miércoles, 7 de diciembre de 2011

el sol en la piel


El sol, fuente principal de vida, también puede resultar tremendamente perjudicial para el organismo humano, sobre todo, si se abusa de él. Nuestro cuerpo necesita recibir el sol para realizar la síntesis de la vitamina D, indispensable para evitar enfermedades como el raquitismo, pero en exceso, produce graves daños en la piel humana. Dos horas tumbados al sol significan diez o quince años más de envejecimiento en la piel, según algunos médicos.

La moda de estar bronceados, y el quererlo conseguir en un tiempo record, ha hecho estragos en la piel. El estar moreno, que antes era un sinónimo de persona de un estrato social bajo, que estaba obligada a trabajar a la intemperie, ahora se ha convertido en un signo de distinción. Una persona bronceada denota que puede permitirse el lujo de pasar unas vacaciones en la costa o en la montaña.
Sin embargo, una exposición al sol de forma continuada puede acarrear importantes consecuencias, produce alteraciones en la piel y acelera el proceso de envegecimiento, a la vez que disminuye la capacidad del cutis para retener agua, y reduce la elasticidad y firmeza de la piel; pero el riesgo más grave que corremos al estar expuestos excesivamente al sol, es el de sufir un melanoma o cáncer de piel.

 











 EL SOL Y EL CANCER DE PIEL.

Las radiaciones solares son de tres tipos: luminosas, caloríticas y ultravioletas, éstas son las que producen la síntesis de un pigmento denominado "melanina", que es la que broncea nuestra piel, una reacción para protegerla de esas radiaciones ultravioletas.

Esta sustancia que se encuentra en las células de las capas más profundas de la piel, en los melanocitos, por un mecanismo de transferencia asciende a las células epiteliales, las más superficiales, que suben a su vez hasta el estrato córneo superficial y crean una verdadera barrera a la penetración de los rayos ultravioleta. Si no estuviéramos protegidos por la melanina, se romperían las pequeñas arterias de la piel y se destruiría el tejido que une la estructura de las células.

Sin embargo, una producción excesiva de melanina puede producir alteraciones en la piel y acelerar el envejecimiento. Pero la consecuencia más grave de un bronceado intenso es las posibles lesiones que puede ocasionar en la piel, quemaduras, edemas, eritemas, llegando incluso al temible melanoma o cáncer de piel.
Este tipo de cáncer suele ser curable en una gran proporción. Cuanto más pigmentada sea la piel de un hombre, menor será el riesgo de que desarrolle un tumor canceroso. Deben tener especial cuidado las personas de piel muy blanca, cabellos rubios y ojos claros, los que tienen pecas, lunares o manchas, ya que ellos fabrican menos melanina de lo normal.
Según investigaciones, el nivel de melanina ha aumentado en habitantes de determinadas regiones del globo; así en los ciudadanos europeos se dobla cada diez años, y en regiones como Arizona o Nuevo México, en Estados Unidos, hasta se cuadruplica.

El melanoma es un tumor cutáneo que se puede sospechar por la presencia de un lunar o mancha habitual que cambia de forma, de color, de textura o de tamaño, o que sangra, pica o duele. Esta enfermedad tiene en la melanina su principal causante, ya que si su porcentaje es alterado de forma importante, aumenta la posibilidad de desarrollar el cáncer de piel.

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